Aparecí en un acantilado, el ave revoloteando a mi alrededor, toqué la pequeña piedra en mi bolsillo. Estaría más segura escondida en otro lugar, pensé. Así es como la piedra quedó escondida entre el plumaje del exótico pájaro.
Me saqué mi largo abrigo, y mi polera. Salté. Serían como mínimo uno o dos kilómetros mirándolo así a lo poco. El ave, revoloteando detrás mío, mientras yo ganaba velocidad se apresuró a agujerear entre mis escápulas mientras no veía mas que rocas y pastizales secos. Sacó pedazos de piel y carne, como acomodando ramas de un nido. Se posó en mi espalda y la carne y piel se sellaron, dejando sólo sus enormes alas afuera.
Desplegué mis enormes alas y volví a la cima de donde había caído, recogí mis ropas, las acomodé a mi extraña anatomía y emprendí el vuelo, piedra incluida, escondida en mis extravagantes plumas.
Pasé entre nubes para mojarme un poco, y navegué por el firmamento hasta divisar un bosque que en las copas de sus árboles, albergaba unas pequeñas flores rojas. Alfileres indistinguibles a lo lejos.
Bajé. Pisé suelo y me adentré en el suelo, siguiendo un rastro de hedor inconfundible. La sangre, quizás no visible impregnaba el bosque en su plenitud.
Oí ruidos, pasos, personas huyendo. Desde el inicio del bosque corrían unas personas, humanos normales. Me apoyé en un tronco, pero aunque no me hubiese ocultado, no me hubiesen visto. Lo único que quería esa gente era salvarse, huir. Pero corrían en dirección equivocada, iban directo al centro del bosque, donde la extraña luz de una enredadera los llamaba. Me separé de un arbol con cierta dificultad, la enredadera habia decidido ya tejerse entre mis alas, la piedra la atraía también. Me había pillado desprevenida. Corté de sus ramas hasta su raiz, aunque volvió a regenerarse, no volvió por mi, quizás porque no utilicé un arma normal, quizás porque la sangre fresca de tres humanos le llamaba más la atención.
Me dirigí hacia el centro del bosque, el olor a sangre se fortalecía. Al llegar, las ramas, cada vez más gruesas, aprisionaban y cercenaban a sus víctimas, pequeñas flores lilas se deslizaban con frágiles y delicados tallos, salientes de la misma planta, para recoger la sangre derramada y subir hacia la copa de los árboles, donde en sentido inverso, pequeñas bolitas brillantes bajaban, llenas de luz, para atraer más gente al bosque.
Había algo, sin duda siniestro, enterrado en ese círculo de árboles. Algo que necesitaba luz a cambio de sangre para crecer.
No me interesaba saberlo.
Quemé el bosque, y me senté en un monte cercano a oir el bosque chillar de dolor, retorcerse en imitación de sus víctimas. Desplegué mis alas otra vez, no quería que el fuego se propagara más allá del bosque. Volé alto y empecé a dar vueltas, trazar círculos, para juntar a las nubes en un aro. Las bajé un poco e hice llover en el perímetro del bosque. Hasta que se consumió todo, y las nubes se hartaron de mi presión.
Caminé entre cenizas, gemidos aún perceptibles (quizás solo era mi mente) volví a lo que una vez fue el centro del bosque, cavé con mis manos, y la encontré.
Y en la última pluma de su cola, con los raros matices tornasoles soltando destellos de la luz que las nubes dejaban entrever, yacía Zuet minmizado. Era una pena, en verdad, que hubiese muerto en tales circunstancias. Supongo al menos que murió feliz, ¿quién iba a decir que alguien había cambiado sin querer las etiquetas de las botellas de veneno? Una pena, en verdad, y justo ahora que estaba tan cerca de descubrir el porqué de su condición.
El pájaro sacudió sus plumas y el cadaver cayó al suelo. Era un pájaro un poco más grande de lo normal, pero lo que más llamaba la atención era su plumaje negro azulado, que reflejaba distintos tonos segun la luz.
El cuerpo rodó hasta la palma de mi mano, miré a Zuet por unos instantes y lo aplasté en mi puño. Sentí su sangre en mis dedos, como se siente una uva al apretarla en la mano. De su cuerpo ya irreconocible, saqué una pequeña esfera negra, del tamaño de una pupila extremadamente dilatada. La limpié de los restos de Zuet, y la guardé en una pequeña bolista en mi bolsillo.
Y pensar que fuera esa la razón de todo...
Zuet nunca logró averiguar porqué siendo un humano normal, se empezó a achicar luego de un tiempo... quizás se la habría tragado con la comida, o quizás alguien la había hecho llegar ahí, así como yo habia logrado que ciertas etiquetas fueran intercambiadas.
Agarré al pájaro que por ahí rondaba, le robé una pluma, abrí un portal y desaparecí.
y mientras ella caminaba el bajó desde un arbol, hasta quedar detrás y susurrarle: ¿juguemos? ella no le habló siguió su camino mientras él, con su ceniciento y ondulado pelo tomado en una cola, y sus enormes ojos azules le dedicaron una mirada a sus ojos cafés y desiertos mientras la enfrentaba.
¿por qué?
Aunque nos encontremos mil años en mil vidas Marcel, necesitas dejarme ir, aunque sea por un tiempo. Pero...- suspiró- ¿juguemos?
La niña sonrió corrieron hasta una plaza y el enfrente de ella, levantó sus manos, sus dedos y toco sus ojos, liberando su vista. Cada vez que ella cerraba los ojos, se desprendia el café que los inundaba y salia una sombra tomando forma, así hasta que de 8 doseles salieron seres que dejaron sus ojos libres y celestes. Cada vez que una criatura se hacia corpórea, luz era reflejada por ella, haciendo que se viera, literalmente, radiante.
Sonrió, tomó las manos de Marcel,
Al rededor de ellos las 8 negrizas criaturas formaron una ronda, que iba cada vez más rápido... hasta que lo que hacian Marcel y ella no se veia...
Hablaron, hablaron, hablaron, hipnotizaron las plantas para que crecieran azules y lilas... Nadie podría nunca entender el idioma usado por ellos, no los guiaba ni el tiempo ni el espacio, visitaron playas y castillos sin moverse de la placita. Miraron personas conocidas por ellas, adivinaron sus sentimientos, leyeron sus penas, revolotearon tras ellos como murciélagos. Miraron su pasado... y el estado de hipnosis de ella se detuvo, tomó conciencia de quien era y se metió en los ojos de Marcel, llorando.
Entre las dunas de sus ojos, donde tantos recuerdos estaban guardados, encontró el nacimiento de la Tierra, donde nada habitable abundaba en rededor, cogió un par de rocas y durmió ahí.
Marcel se sentó en mitad del círculo a esperar. Quizás esta vez podría converncerla de volver con él, de dejar de esconderse e iniciar nuevas vidas sólo por alejarse de él.
Pero Marcel nunca comprendió que ella necesitace abrir sus alas,..., esas enormes alas que lo cobijaban y solían abrigar el mundo..., una atmósfera de paz. Podía comprender y manejar ciencias, ciudades y tiempos. Podía ser quien quisiera, al igual que ella. Pero ella eligió esconderse en la masa de la civilación más poco civilizada del universo. Al igual que siempre
Ella siguió durmiendo, hasta que Marcel detuvo a las criaturas de las sombras y mandó a por ella. Las sombras entraron en los ojos de Marcel, en búsqueda de ella.
La encontraron, entre rocas y volcanes, la lava acechándola, ella durmiendo tranquila, le sujetaron los párpados, uno a cada lado, mientras los otros se turnaban haciendo fila para entrar.
Se vio a Marcel sentado en la plaza, en el pasto, ojos cerrados y las manos juntas en las yemas de los dedos..., maquinando.
Las sombras volvieron a sellar los ojos de la niña. Despertó y buscó la salida..., el túnel oscuro del futuro.
Marcel estaba al lado de ella, frente a frente, mirándola a los ojos.
Kiss me while you burn my wings killing my freedom desires I and I see you I'm stunned, I can not stand it I'm paralized I feel the heat and my dreams running away, but theres nothing I can do but close my eyes and mesmerize myself convince me once again it's ok it's ok take me slowly and stab my soul
Make myself repeat these words as the clock, slower once more, going in circles hypnotizes me mesmerizes me and my blood turns to nothing
kill me softly and I'll convince myself it's ok it's ok
Send me far away and tie me up so I can never come back so I can never go far and I get to know you through my eyes
And I'll repeat for ever it's ok it's ok as you drown me in that tub
un dia
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Al fin, por fin, en fin, ¿que queda?
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Ya todo lo que fue, lo que fui
Y lo que vi
Se transforma en ...