20080830

Tornasol

historia sin nombre 1 pt5

Estaba viva?
Sin tener conciencia plena de cuantas partes eran las que me formaban pude obtener una impresión general del lugar.
¿Estaban todas las personas destrozadas vivas?
¿Todos esos cuerpos que con gran arte me dieron la bienvenida?
Ahora que estaba todo en silencio pleno podía escuchar los miles de corazones latiendo.
Me hubiese gustado conocer al monstruo que había hecho tal maravilla. Una semilla de maldad tan pura que revolvía mis entrañas, que a todo esto se encontraban muy lejos de mi para poder sentirlas.

Un ruido rasgó el silencio, no había nada ni muy lejos ni muy cerca de mis ojos, pero mis oidos lo sentían. Meinter quería bajar de nuevo.

Inmediatamente látigos y niebla se alzaron en pos de tan grandiosa ave. Pero Meinter era demasiado ágil...
Se marchó nuevamente.

El paisaje optó por aburrirme, los cuerpos desmembrados ya no me causaban gracia alguna.
Empecé a unirme.
Lentamente, peresozamente, llamé a mis células a unirse en torno a mi corazón.
Cada partícula de mi lentamente se fue arrastrando, entre vientos, hacia el centro del hospital, donde yacía mi centro.

Tardé mucho. Por primera vez en mucho tiempo vi afectado el curso de mi misión. ¿A quién se le ocurría ir dejando lugares así en medio de la nada? No me respondí, tenía la respuesta demasiado clara.

Cuervos se acercaban a picotear lo regenerado de mis trozos de cuerpo. Al menor sonido de batir de alas, látigos se azomaban a arrancar plumas y cabezas, quizás pensando encontrar algo más que pájaros comunes.

Tenía ya trazado el recorrido de sangre en mi cuerpo.

Se hizo de noche, y ocho noches pasaron, ocho noches pasé recorriendo el pequeño poblado desde miles de perspectivas distintas.
Lo sentí, lo olí, lo probé, lo oí en su silencio absoluto.

Me regeneré en el suelo. No había cicatrices, pero seguramente mi apariencia humana estaba destrozada en su estética.

Cerré mis ojos mientras mis párpados finalmente llegaban a mis ojos.

Escuché unos instantes... Los edificios temblaban de ansiedad.
Debía ser un escape rápido el que efectuase.

Moví un dedo, un escalpelo llegó como jalado fuertemente por un hilo no existente y lo cortó.

Me paré en una excesiva velocidad asiendo mi dedo mutilado con fuerza y salté mientras camillas, bisturís y otros eran atraidos hacia mí como si fuese yo un gran magneto.

Corrí, tan rápido que era solo un manchón borroso en una lúgubre, monótona y aun hermosa ciudad.

Corrí y la ciudad a mis espaldas gritó adolorida, mientras su preciada presa escapaba de sus garras.

Era una pena que no hubiese podido recuperar mi ropa.



20080813

Cuando la imaginación se presentó ante el abismo

Las cortinas se cerraron, y la oscuridad no me cegó lo suficiente para ver el abismo que nacía de mis manos.
Y las nubes volvieron a descender de mis dedos, mientras la neblina me quemaba las pestañas.
Como red usé mis ojos y atrapé el cero absoluto.
Me perdí en la conciencia del laberinto.
Con mis párpados cerré el encierro.