20100331

En la habitación tono sepia.

Las flores que había recogido yacían marchitas en su mano. Las mejillas, alguna vez sonrosadas de juventud, estaban ahora pálidas y llenas de surcos. Las sombras irregulares de su cara se desfiguraban a ratos por la llama de la vela que reinaba en un costado de la habitación.
Ella estaba recostada en la cama, como hace días.
Después del paseo que tuvo que dar, buscando las medicinas de su esposa, las flores ya no revivirían ni aunque las pusiera en agua. Les miró con lástima. El café de los humildes pétalos combinaba con la habitación de tonos sepia, y con la bolsa de papel en su otra mano.
Intentó alzar la mano para mostrarle las flores (hace tanto enferma), pensó en decir algo. Ella no levantaría la cabeza. Se remojó los labios y movió la lengua inquieta dentro de la boca. No salió más que un murmullo de la anciana cavidad.
Salió del umbral de la puerta y avanzó hasta el velador al lado de la cama (donde ella yacía)
Dejó la bolsa de papel en el mueble, dando la espalda al catre. Las flores las dejó al lado del florero, donde otras más marchitas ya pacían.
Cerró los ojos y aguantó. Esperó oir algún ruido. Bajó los brazos desanimado, apretó los puños varias veces, juntando fuerzas y se volteó.
Ahí pálida, los ojos cerrados, tez como la cera, yacía inerte, inmóvil para siempre, la que eternamente sería su amada.

20100318

Carmín.

Carmín sólo sentía el frío y reía. Sentía sus brazos húmedos y se revolcaba en la  viscosidad con ojos alegres mirando el cielo. La sangre teñía su ropa y ella no lo notaba. PAtaleaba como si tuviese 10 años y estuviese en una piscina gigante. Agitaba sus brazos tratando de avanzar de espaldas, pero sólo lograba revolver más la masa que le rodeaba. Reía, sus carcajadas reumbaban con un eco terrorífico en la inmensidad del lugar. Las paredes blancas y el altísimo techo, asimilando una caja, no hicieron más que observarla, impasibles. 

Cuando la puerta se abrió, con un chirrido infernal magnificado mil veces, Carmín abrió sus ojos, los abrió realmente, y como saliendo de un sueño, las viscosidades diéronle asco. Miró en torno, olvidando ya la fuente del sonido que habría de despertarla.

Miles de vísceras le rodeaban, una pieza inmensa, llena de órganos varios. A Carmín le resultó de repente todo borroso, no sabía porqué su entorno le resultaba a ratos ondulante. Miró sus manos y su ropa (una bata blanca) manchados a más no poder de un tinte rojo enfermizo. LA impresión de todo ya no le dejaba espacio en la cabeza.
Profirió un alarido de muerte, y lo último que vió antes de desmayarse, fueron las vellosidades de unos largos brazos que se le acercaban,  erizarse por la agudeza de su aullido.

Le inyectaron para que siguiera durmiendo.

20100312

Porque a pesar de todo...

Tecleó una nota rápida y la envió por correo electrónico. Sabía que al cabo de dos segundos su mensaje sería recibido y retransmitido, al momento no importaba, tenía otros lugares donde estar.
Se paró del incómodo asiento, plano de tanto uso y se dirigió al mezón central. Mientras caminaba acomodó la mochila a su cansada espalda.
La mujer del mezón, rumiando un chicle le informó que debía pagar $200. Mira que doscientos pesos por 5 minutos, si lo podía haber dejado gratis... Omitió los comentarios y palpó el bolsillo derecho en busca de las dos ansiadas monedas. Se las tendió, dio media vuelta y se fué.
Llovía. Miró hacia arriba para recibir el agua en su cara. Puaj, sabe mal. Bajó la cabeza y se encaminó al paradero más cercano. Se subió a la primera micro que encontró.

La receptora del mail mientras tanto, cabilando sus opciones decidió por hacer caso del mensajel. No es, despues de todo, como si quisiera hacer algo más... no?

Pero cuando ella salió a la calle, no fue lluvia lo q golpeó su cara, si no un fuerte viento, que la siguió durante todo el recorrido.
¿Por qué? no sé... ¿Debería?... Es siempre el mismo dilema, y aún así... con tanto daño que nos causamos siempre... Y el viento cada vez más fuerte ¿por qué?... Mientras el maizillo que pizaba se elevaba a ratos en un intento por volar, pasó sin preocuparse por una plaza de juegos y siguió caminando ligero.

Descendió a la décimosexta parada del bus que lo llevaba. Cuando bajó la vio caminar apresurada adentrándose en las espezuras de lo que ahora era un parque. No quizo correr, supo que la alcanzaría igual.

Pacientemente caminó tras ella por lo que fueron quizás dos horas, no supo cuando la plazita, que pasó a ser parque, pasó a ser un bosque. No lo notó, ni tampoco lo notó su perseguida.

Cuando el bosque dejó de tener sus árboles tan juntos, para dejar entrever a lo lejos arena, ella disminuyó el paso, sin parar aún de caminar. Llovía y corría viento por igual. Él mantuvo su paso.

Ahora los árboles, cada vez más escasos dejaron de aparecer. Cuando ella se detuvo, y notó q estaba en medio de la nada, se quedó parada ahí, mirando la nada, con miles de pensamientos arbitrarios dando vueltas en su cabeza. Luego nada, su mente en blanco.

Apreció que su presa caminaba tranquila y luego se detenía en seco. Entonces corrió hacia ella. La miró... Y las palabras sobraron. Le tocó el hombro, con cuidado, casi como si temiese hacerle daño.

Ahí donde no había nada, el viento y la lluvia abundaban.

Y sintió la descarga...

Sus mentes quedaron en blanco y no supieron más del bosque que una vez fue una plaza y luego un desierto, ni de micros ni de pasos acelerados.

Y ella se deshizo... él la aferraba, instintivamente impidiendo que se separasen... se hizo viento... y él la lloro hasta que se transformó en una lluvia de lágrimas.

El viento aumentó de un modo increible, haciendo que la arena en torno se alzase. y corrió cada vez más rápido, haciendo que las gotas de lluvia que aún bajaban de la extensión de lo que alguna vez fue un joven, danzaran a un ritmo un poco extraño...

Danzas concéntricas... y el mensaje, supo entonces, fue retransmitido... porque luego las rocas también empezaron a saltar y el mar a revolverse... y el fuego despertó de su letargo para acompañarles...

Ella y él los que siempre se amaron avanzaron haciendo el camino inverso... y destruyeron todo lo que encontraron en el trayecto, porque estaban juntos y nada importaba.

Lo que fue mar, lo que fue fuego... se desplazó como la luz hacia la pasiva roca... para que en el presuroso encuentro desaparecieran ambos en una neblina demasiado densa como para respirar.

El rayo busó incesante a la roca y también, con inusitados brillos se amaron hasta la muerte. El miedo de la roca, por su inminente destrucción, ahogado por su temple y pasividad. Cuando ambos se juntasen no podrian existir tampoco.

Y asi en su danza un poco translúcida el viento y la lluvia dejaron de ser tales y fueron ella y él, despedidos en direcciones opuestas hasta que hubieran aterrizado y recuperados sus cuerpos.

Y pudieron encontrar sus miradas aunque estaban a muchísimos metros de distancia. Porque a pesar de todo se amaban. Porque a pesar de todo dolían. Dio cada uno media vuelta.

Cada uno que murió, se irguió y dio media vuelta.

Y volvieron a la rutina de ignorarse, hasta que alguien nuevamente los despertara del letargo enjaulado en mentes humanas.